Poemas para Dedicar a Mamá en el Día de la Madre
En este Día de la Madre, expresa tu amor y gratitud a través de la poesía.
Aquí te presentamos diez poemas cuidadosamente seleccionados, acompañados de un análisis que captura la esencia de cada obra, ideal para dedicar a esa persona tan especial en tu vida.
1. «Cuando se abre la mañana» por Federico García Lorca
Cuando se abre en la mañana roja como sangre está el rocío
no la toca porque se teme quemar.
Abierta en el mediodía es dura como el coral,
el sol se asoma a los vidrios para verla relumbrar.
Contenido recomendado
Cuando en las ramas empiezan los pájaros a cantar
y se desmaya la tarde en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco de una mejilla de sal;
y cuando toca la noche blanco cuerno de metal
y las estrellas avanzan mientras los aires se van,
en la raya de lo oscuro se comienza a deshojar.
Este poema utiliza imágenes naturales para representar la renovación y el ciclo continuo de la vida, comparando la madre con el amanecer que trae esperanza y nueva luz, lo que lo hace un homenaje perfecto para las madres que renuevan y fortalecen nuestras vidas todos los días.
2. «Consejo maternal» por Olegario Víctor Andrade
Ven para acá, me dijo dulcemente mi madre cierto día,
(aún me parece que escucho en el ambiente de su voz la celeste melodía).
Ven y dime qué causas tan extrañas te arrancan esa lágrima, hijo mío,
que cuelga de tus trémulas pestañas como gota cuajada de rocío.
Tú tienes una pena y me la ocultas: ¿no sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos como tú en la cartilla?
¿Quieres que te adivine lo que sientes? Ven para acá, pilluelo,
que con un par de besos en la frente disiparé las nubes de tu cielo.
Andrade captura la profunda conexión y entendimiento entre madre e hijo en este poema, destacando cómo el instinto maternal permite a una madre discernir y aliviar las penas de sus hijos con solo unas palabras de consuelo y gestos de amor.
3. «Caricia» por Gabriela Mistral
Madre, madre, tú me besas, pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos no te deja ni mirar…
Si la abeja se entra al lirio, no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito ni se le oye respirar…
Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo a tus ojos asomar…
El estanque copia todo lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste me los tengo de gastar
en seguirte por los valles, por el cielo y por el mar…
«Caricia» de Gabriela Mistral es un dulce homenaje a la ternura y el cuidado maternal, mostrando cómo los gestos más simples, como los besos y miradas de una madre, pueden tener un profundo impacto emocional y proporcionar seguridad y amor incondicional.
4. «A mi madre» por Manuel Gutiérrez Nájera
Madre, madre, si supieras cuántas sombras de tristeza
Tengo aquí! Si me oyeras, y si vieras
Esta lucha que ya empieza
Para mí
Tú me has dicho que al que llora
Dios más ama; que es sublime
Consolar:
Ven entonces, madre y ora;
Si la fe siempre redime,
Ven a orar
Este poema refleja la devoción y el profundo agradecimiento hacia la madre, destacando su papel como consuelo y guía espiritual en los momentos de desafío y tristeza, mostrando cómo el apoyo maternal puede ser una fuente de fuerza y esperanza.
5. «Dulzura» por Gabriela Mistral
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo, deja revolverlo sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja y yo a ser rocío, y en tus brazos locos tenme suspendido.
Madrecita mía, todito mi mundo, déjame decirte los cariños sumos.
Mistral utiliza una poesía rica en imágenes sensoriales para capturar la esencia de la maternidad, resaltando la dulzura y la ternura que una madre proporciona, y cómo estas cualidades hacen del regazo materno un refugio seguro y amoroso.
6. «Cuando sea grande» por Álvaro Yunque
Mamá: cuando sea grande voy a hacer una escalera tan alta que llegue al cielo para ir a coger estrellas.
Me llenaré los bolsillos de estrellas y de cometas, y bajaré a repartirlos a los chicos de la escuela.
Para ti voy a traerte, mamita, la luna llena, para que alumbre la casa sin gastar en luz eléctrica.
Yunque presenta un tierno diálogo de un niño con su madre, lleno de promesas y sueños grandes, mostrando cómo la inspiración y el amor maternal fomentan la imaginación y la generosidad en los corazones jóvenes.
7. «Amor filial» por Amado Nervo
Yo adoro a mi madre querida, yo adoro a mi padre también;
ninguno me quiere en la vida como ellos me saben querer.
Si duermo, ellos velan mi sueño; si lloro, están tristes los dos;
si río, su rostro es risueño; mi risa es para ellos el sol.
Me enseñan los dos con inmensa ternura a ser bueno y feliz.
Mi padre por mi lucha y piensa, mi madre ora siempre por mí.
Nervo explora la reciprocidad en el amor filial, mostrando cómo el amor de una madre no solo nutre sino que es profundamente apreciado y valorado por sus hijos, resaltando el impacto positivo que tiene en la formación de sus valores y su felicidad.
8. «Hay un lugar en el mundo» por Alda Merini
Hay un lugar en el mundo donde el corazón late rápido, donde te quedas sin aliento por la emoción que sientes, donde el tiempo se detiene y ya no tienes edad.
Ese lugar está en tus brazos donde tu corazón no envejece, mientras que tu mente nunca deja de soñar.
Merini captura la esencia del amor maternal como un refugio eterno, un lugar en el mundo donde uno siempre puede encontrar paz, amor incondicional, y un sentido de pertenencia, independientemente de la edad o las circunstancias de la vida.
9. «Apegado a mí» por Gabriela Mistral
Velloncito de mi carne que en mi entraña yo tejí, velloncito friolento, ¡duérmete apegado a mí!
La perdiz duerme en el trébol escuchándote latir: no te turben mis alientos, ¡duérmete apegado a mí!
Hierbecita temblorosa asombrada de vivir no te sueltes de mi pecho ¡duérmete apegado a mí!
Yo que todo lo he perdido ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi brazo: ¡duérmete apegado a mí!
Este poema de Mistral es una expresión poderosa del vínculo entre madre e hijo, mostrando cómo la cercanía física y emocional proporciona seguridad y confort al niño, y cómo la madre se convierte en el centro del mundo para su hijo en los primeros años de vida.
10. «A mi madre» por Edgar Allan Poe
Porque creo que en los cielos, arriba, los ángeles que uno a otro se susurran no hallan entre sus palabras de amor ninguna tan devota como “Madre”, desde siempre te he dado yo ese nombre, tú que eres más que madre para mí y llenas mi corazón, donde la muerte te puso, libre el alma de Virginia.
Mi propia madre, que murió muy pronto no era más que mi madre, pero tú eres la madre de a quien yo quería, y así eres más querida tú que aquella, igual que, infinitamente, a mi esposa amaba más mi alma que a sí misma.